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Isaias 44: 14/20 14Corta madera de cedro, escoge una encina o un roble, elige entre los árboles del bosque. Planta un pino, que crece con la lluvia 15y sirve de leña a la gente; usa una parte para calentarse o también para cocer el pan. Pero fabrica un dios y lo adora, hace una imagen y la reverencia. 16Quema una mitad en el fuego, asa carne en la lumbre y se sacia; se calienta y dice: “¡Qué bien; qué caliente delante del hogar!” 17Con el resto fabrica un dios, que luego adora y reverencia, y le pide con una oración: “Sálvame, que eres mi dios”. 

18No saben nada ni entienden, son sus ojos incapaces de ver, sus mentes no saben comprender. 19Es incapaz de pensar, carece de conocimiento y de criterio para decir: “He quemado la mitad en el fuego, he cocido pan en las brasas, he asado carne y he comido; ¿haré del resto algo abominable? ¿me postraré ante un tronco de árbol?”. 20Esta gente se apacienta de ceniza, la ilusión de su mente los hace delirar; son incapaces de salvarse reconociendo que es pura mentira lo que tienen en su mano. BLP.

... como absoluto, es el estado de la gente, incapacitada para entenderse, para explicarse, por tanto incapaz de entender, de explicar su entorno, el contexto en que se desarrolla, el carácter, pues su posición en el ámbito del mundo lo determina el trasiego de las mentes-almas-, que impulsan los cuerpos; cuerpos, mene-ama-, que son el residuo que dejo la muerte, la muerte espiritual en que se perdió la vida.  

1 de Juan 5: 18/21 18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo protege, y el maligno no lo toca. 19 Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el maligno. 20 Pero también sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna. 21 Hijitos, manténganse apartados de los ídolos. Amén. RVC. 

Los ojos incapaces de ver, las mentes-almas, incapaces de comprender; las ilusiones mentales, son delirios, que se apacientan en la ceniza, la vision es tan, tan corta, tan limitada, que solo alcanza para postrarse ante un trozo de madrera figurado como diosa o como dios, que por el desvarió, no acierta a saber porqué, o para que lo hizo, y sin embargo se postra, lo reverencia, lo adora, le ora,  pronunciando,  salvame porque eres mi dios, muy lejos de entender de que debe ser salvo.

Es tan reducido el ambiente en que se concreta la existencia humana muerta, como reducida es su capacidad para ver, los máximos posibles, corresponden a lo máximo que imaginan, anclados en este mundo, dirigidos y redirigidos desde sus mentes-almas-, por el padrastro impuesto por la muerte, que ejerce su dominio mediante mediatos, artilugios religiosos que generan miedo, terror, manipulado como reverencia, temor, alabanza, oración, al orden espectral subterráneo de satanás.  

La elevación que sucede como exaltación del Depósito Espiritual que yace en la mente-alma-, de  cada criatura, es la Milagrosa Operación de Dios, que comienza con la redención por el delito imperdonable de alta traición, que solo puede ser justificado con la muerte que fue Decretada, luego la regeneración, esto es la restauración de la capacidad para rechazar el pecado, de modo que la nueva creación, es un hijo, hija de Dios, que no practica el Pecado, porque conoce al Dios Verdadero.

1 de Juan 3: 1/6 Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios. Y lo somos. El mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.4 Todo aquel que comete pecado, quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. 5 Y ustedes saben que él apareció para quitar nuestros pecados, y en él no hay pecado. 6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no lo ha visto, ni lo ha conocido. RVC. 

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