!La ley, ...

Romanos 7: 10/11 10 y yo morí. Entonces me di cuenta de que los mandatos de la ley  —que supuestamente traían vida— trajeron, en cambio, muerte espiritual. 11 El pecado se aprovechó de esos mandatos y me engañó; usó los mandatos para matarme. 12 Sin embargo, la ley en sí misma es santa, y sus mandatos son santos, rectos y buenos. NTV. 13 Con esto no estoy diciendo que la ley, que es buena, me llevó a la muerte. ¡De ninguna manera! El que hizo esto fue el pecado, que usó un mandato bueno. Así, por medio de un mandato bueno todos podemos saber lo realmente malo y terrible que es el pecado. TLA.
 
... lo que trae es muerte, muerte espiritual, porque sin la ley no podría saberse que lo que esta profundamente arraigado en nuestra conciencia, al punto de privarnos de la sensibilidad capaz de advertir, de prevenir sobre la conducta que se manifiesta en el mundo y que  continuaría siendo simplemente estilo, forma, manera de "ejecutarse", no solo como "normal", sino con la aceptación y beneplácito de la sociedad y del sistema religioso.
 
Romanos 7: 14/18 14 Por lo tanto, el problema no es con la ley, porque la ley es buena y espiritual. El problema está en mí, porque soy demasiado humano, un esclavo del pecado. 15 Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio. 16 Pero si yo sé que lo que hago está mal, eso demuestra que estoy de acuerdo con que la ley es buena. 17 Entonces no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa[a] no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. NTV.
 
Los seres humanos extendidos sobre la faz de la tierra, son ciertamente discípulos de Moisés, pues los cinco primeros libros de la Biblia la Palabra de Dios, son la fuente de inspiración a su naturaleza carnal para crear "sustitos", dioses y diosas falsos que sean la solución a su incapacidad para dejar de hacer lo que por ley saben es pecado; el absoluto de su muerte espiritual, les impide discernir que su "no puedo", brota de la garganta de la muerte, confirmando su "estado".
 
Romanos 7: 19/25 19 No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer. 20 Ahora bien, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. 21 Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a mi alcance. 22 En mi interior me gusta la ley de Dios, 23 pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso. 24 ¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? DHH.
 
La insensible conciencia pecaminosa hecha pedazos por el Mazo de la Mano de Dios, asiste con espanto al develado campo en que puede verse interiormente de acuerdo con El Creador, ese despertar que expone los hechos llamados vida, que llenaron la tradición de todas las generaciones y que desgarra su "ser" explicando lo que es la desdicha de saberse muerto, de contemplar en su cuerpo el poder de la muerte, implorando genuinamente ser librado.
 
Romanos 7: 26/27 25 ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado. NTV.  Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús, te liberó de la ley del pecado y de la muerte. Porque Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no pudo hacer, pues no era capaz de hacerlo debido a la debilidad humana: Dios envió a su propio Hijo en condición débil como la del hombre pecador y como sacrificio por el pecado, para de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil. Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil sino según el Espíritu. DHH.
 
Puesto el corazón en el lugar en que estaba establecido el mausoleo de la muerte, embalsamada por el recurrente pecado, se restauró la sensibilidad de la criatura para responder a la Naturaleza Santa. Justa y Amorosa de su Creador, la vida derrotó a la muerte, evidencia del Evangelio, es decir del estilo de vida en que vivió y vive Cristo Jesús, hombre "débil" por completo, como todos los hombres, pero soberano en lo absoluto sobre el odio, la injusticia, el pecado.
 
Hebreos 2: 14/15 14 Así como los hijos de una familia son de la misma carne y sangre, así también Jesús fue de carne y sangre humanas, para derrotar con su muerte al que tenía poder para matar, es decir, al diablo. 15 De esta manera ha dado libertad a todos los que por miedo a la muerte viven como esclavos durante toda la vida. DHH. Pero cuando llegó el momento oportuno, Dios nos mandó a su hijo, que nació de una mujer y vivió bajo la ley. Así lo hizo Dios para poder comprar nuestra libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos. Ustedes son hijos de Dios; y por lo tanto, él puso el Espíritu de su Hijo en nosotros, y ese Espíritu grita: «¡Querido padre!» [a] Gálatas 4: 4/6. PDT.         

Entradas populares