La puerta, ...

Isaias 35: 8/10 Allí habrá un camino empedrado, que será llamado «Camino de Santidad». No pasará por allí nada impuro, porque Dios mismo estará con ellos. Si alguien pasa por este camino, no se extraviará, por más torpe que sea. En ese camino no habrá leones, ni pasará por él ninguna fiera, para que los redimidos puedan transitarlo. Y los redimidos del Señor volverán. Vendrán a Sión entre gritos de infinita alegría. Cada uno de ellos tendrá gozo y alegría, y desaparecerán el llanto y la tristeza. RVC. 
... angosta, la senda estrecha, el camino al cielo, es el camino empedrado, que en el orden espiritual, es recorrido por los que han aceptado el mandamiento de Cristo Jesús, de seguirlo y que es camino de santidad, por lo que solo puede ser recorrido en "compañía de Dios".

Por ese camino no pasara nada impuro, porque los que son hallados en el, son los redimidos hijos de Dios, en la sangre de Cristo Jesús; son los cristianos, que avanzan en el, practicando el estilo de vida en que vivió Cristo Jesús, que es el estilo de vida cristiano.

Juan 14: 5/6 Tomás replicó: — Pero, Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le dijo: — Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre si no es por mí. BHTI.

El camino es el medio que Dios usa para santificar a su iglesia, es la estrecha y difícil senda, en la que Dios esculpe a golpe de cincel sagrado, a cada uno de los que han recibido la promesa de "volver a Sion", porque aún siendo torpes no se extraviaron y porque ningún peligro les impidió transitarlo.

El final del camino es el final del llanto y la tristeza, porque al llegar, se encontraran con la Sion celestial, la Jerusalén construida por el sagrado arquitecto, en la que el gozo y la alegría, serán la contemplación eterna del Amor y la ternura que Dios les dispensara sin tiempo ni medida.

Apocalipsis 21: 1/4 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo. Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más». NTV.      

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