Mi reino, ...

Juan 18: 36 Jesús le contestó: —Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. DHH.

... no es de este mundo, es la verdad que olvidaron los muchos que seguían a Jesús, incluida su iglesia, no pudieron, o no quisieron entender el Unico y perfecto motivo de la Misión del hijo de Dios, aquí en la tierra, no encontraron en su predicación y estilo de vida, la esperanza para algo diferente a lo que para ellos era "vivir".

A la hora de la verdad, todos, sin excepción, huyeron de su presencia, porque lo que realmente los había movido para estar cerca de el, había sido su propia visión de lo que Cristo Jesús, debería hacer por ellos; así lo demostraron al recibirlo en su entrada a Jerusalén, como el que restauraría el reinado terrenal del rey David, para que el opresor romano fuera echado, y así ellos venir a ser los autores de la opresión.

Mateo 26: 55/56 Luego Jesús le dijo a la multitud: «¿Acaso soy un peligroso revolucionario, para que vengan con espadas y palos para arrestarme? ¿Por qué no me arrestaron en el templo? Estuve enseñando allí todos los días. Pero todo esto sucede para que se cumplan las palabras de los profetas registradas en las Escrituras». En ese momento, todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. NTV.

Al recordar en este tiempo, los sucesos, que cambiaron para toda la eternidad, la visión de los seres humanos, sobre su permanencia en este mundo, debido a que conocieron lo que genuinamente es El Amor; que siempre es Personal, porque El Amor hecho Persona realizó la obra en la que por Amor sufrió la muerte en la cruz para pagar la deuda de pecado cometida por todos contra Dios.

Hemos de considerar, si somos a pesar del tiempo, de los mismos que quizás se acercaron a Cristo Jesús y que "merodeamos" a su alrededor, buscando pan y en el pan la fuerza para dar rienda suelta a los instintos, pero que a la "hora de la verdad", en que valientemente hemos de estar firmes con El, lo abandonamos cobardemente, dando lugar a la vergonzosa repetición de la condenación eterna de los que huyeron del Señor.  

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