No hemos, ...
Génesis 4: 1/7 El hombre tuvo relaciones sexuales con su mujer Eva, y ella quedó embarazada y tuvo un hijo. Lo llamó Caín porque dijo: «¡Gracias a Dios he tenido[a] un varoncito!» 2Después volvió a tener otro hijo, que se llamó Abel. Caín se dedicó a cultivar la tierra, mientras que Abel fue pastor de ovejas. 3Pasó el tiempo, y un día Caín le presentó a Dios una ofrenda de los frutos que cultivaba. 4Por su parte Abel escogió las primeras crías más gordas de sus ovejas, y se las llevó a Dios como ofrenda. Dios recibió con mucho agrado la ofrenda de Abel, 5pero no recibió con el mismo gusto la ofrenda de Caín. Esto le molestó mucho a Caín, y en su cara se le veía lo enojado que estaba. 6Entonces Dios le preguntó a Caín: «¿Por qué estás tan triste y enojado? 7Si haces lo correcto, siempre te aceptaré con agrado, pero si haces lo malo, el pecado está listo para atacarte como un león. ¡No te dejes dominar por él!» TLA.
... sido llamados a simpatizar, sino a amar; porque simpatizar es aceptar, aprobar y patrocinar a otro en menoscabo de nosotros mismos; este "fenómeno" en que suceden las relaciones entre los seres humanos, tiende siempre hacia la "despersonalización", pues el que simpatiza, se confunde con el simpatizado; la mezquindad del que exige ser aceptado es evidencia de su neutral ausencia de identidad; su fuerza y despotismo navega sobre la inmensa "mar" en la balsa que ha construido con rudimentos de parentesco que pueden ser de "sangre", o por contrato, de coincidencia porque pernoctan en la misma casa, o se "reúnen una vez al año"; "mar de odio, que es orgullo, envidia que es prueba del desequilibrio de identidad, soledad porque no se tiene siquiera a si mismo.
Génesis 4: 8/12 8Un día, Caín invitó a su hermano. Cuando llegaron al campo, Caín golpeó a su hermano y lo mató. 9Más tarde, Dios le preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano? Y Caín le respondió: —No lo sé. ¡No tengo por qué cuidarlo! 10Entonces Dios le dijo: —¿Por qué has matado a tu hermano? ¡Desde la tierra la sangre de tu hermano pide venganza! ¡Esto no puede dejarse sin castigo! 11-12Maldito serás, y la tierra que cultives no te producirá nada, pues has matado a tu hermano y esa misma tierra se bebió su sangre. Por eso andarás por la tierra como un vagabundo, que no tiene donde vivir. TLA. 10El amor no causa daño a nadie. Cuando amamos a los demás, estamos cumpliendo toda la ley. Romanos 9: 10. TLA.
"La familia" compuesta por Adán, Eva y sus dos hijos, no solo llenan los requisitos en que subsiste la familia humana, sino que son su origen sobre el que conocemos modificaciones que la gente ha hecho en cada país a través del tiempo, sin que nada de lo que parece modificarla, haga mella, sobre su razón de "ser"; Caín de la misma sangre de Abel, hijos de los mismos papás, pernoctaban en la misma casa, ... pero Caín no simpatizaba con Abel, porque no Abel no simpatizaba con su odio, de manera que Abel no se socavó ante Caín, de manera que la mezquindad de Caín, que reclamaba aceptación de su hermano, destila odio envidioso, prueba de su "soledad"; "no tengo porque cuidarlo", lo mate porque lo odio, porque Abel "es" diferente a mi, porque Abel me ama, el te Ama Dios.
Romanos 8: 28/29 28Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito. 29A los que de antemano Dios había conocido, los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. DHH. 3Les advierto una vez más: cualquiera que se circuncida está obligado a obedecer la ley. 4Los que quieren que Dios los acepte por obedecer la ley, rechazan el amor de Dios y dejan de estar unidos a Cristo. 5En cambio, a nosotros, el Espíritu nos da la seguridad de que Dios nos acepta porque confiamos en Cristo. Gálatas 5: 3/5. TLA.
La ley para la familia de Adán, Eva, Caín y Abel, es otro rudimento que se agrega a la balsa en que comenzó su "viaje" huérfanos de Padre, huérfanos de Dios; sabemos de esa "ley", por la revelación de Dios en que conocemos los corazones de Caín y Abel, ante los "altares" en que eran ofrecidas la ofrendas a Dios; en apariencia dos altares iguales, pero completamente diferentes en los corazones oferentes; un trozo de mármol en el pecho de Caín que cumplía con la "ley" de ofrendar-lo peor- para que Dios simpatizara con él; un corazón de carne, capaz de recibir y dar ternura, de recibir y dar amor, que ofrendaba- lo mejor- como efecto del amor que recibía de Dios y que él elevaba como olor fragante, ante el corazon de Dios.
Romanos 13: 9/10 9En la ley hay mandatos como éstos: «No sean infieles en su matrimonio. No maten. No roben. No se dejen dominar por el deseo de tener lo que otros tienen.» Estos mandamientos, y todos los demás, pueden resumirse en uno solo: «Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo.» 10El amor no causa daño a nadie. Cuando amamos a los demás, estamos cumpliendo toda la ley. TLA. 17para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor, 18sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo; 19en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios. Efesios 3: 17/19 RVC.
No ver lo que somos, impide ver lo que son los demás; solo mi identidad abre la capacidad para identificar a los demás, la "óptica" de esta capacidad es el amor; el poder del amor que viene de Dios Padre nos da valor, nos personaliza, nos permite interiorizar que no somos diferentes simplemente porque tenemos familias "diferentes", y nombre diferentes, y colores de piel, diferentes, y lenguajes diferentes, pero que por simpatía compartida no hay diferencia alguna, sino porque somos personas imagen y semejanza de la Persona de Dios nuestro Creador y Dios y Padre, que jamás simpatizan con algo que nos sea amor, porque el amor edifica, como lo hace Dios, que por "postura", inmaleable, nos une a El o nos repele-disciplina y/o castigo-, en tanto la simpatía desmorona, destruye.
Hebreos 12: 1/10 Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. 2 Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio, y se sentó a la derecha del trono de Dios. 3 Por lo tanto, consideren a aquel que sufrió tanta contradicción de parte de los pecadores, para que no se cansen ni se desanimen. 4 En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre; 5 y ya han olvidado la exhortación que como a
hijos se les dirige: «Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda; 6 porque el Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.» 7 Si ustedes soportan la disciplina, Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no discipline? 8 Pero si a ustedes se les deja sin la disciplina que todo el mundo recibe, entonces ya no son hijos legítimos, sino ilegítimos. 9 Por otra parte, tuvimos padres terrenales, los cuales nos disciplinaban, y los respetábamos. ¿Por qué no mejor obedecer al Padre de los espíritus, y así vivir? 10 La verdad es que nuestros padres terrenales nos disciplinaban por poco tiempo, y como mejor les parecía, pero Dios lo hace para nuestro beneficio y para que participemos de su santidad. RVC.