Lo perecedero, ...

Salmo 51: 1/4 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas. LBLA.

... es entendido como algo que es útil y es bueno, como el caso de los vegetales y las frutas y la proteína animal, pero que sus propiedades duran muy poco, son aprovechables, únicamente antes de que se corrompan. Tratar de utilizar alimentos perecederos corrompidos, traería como consecuencia graves intoxicaciones y hasta la muerte.

Esta es una forma de ilustración para el arrepentimiento de los seres humanos, sociales y religiosos, que acuden a dios y claman por ayuda y protección, para que les sea concedida, como cuando van al supermercado a comprar vegetales, y frutas y proteína animal creyendo que tienen hambre, pero "sintiendose flacos u obesos".

Que dios me proteja de lo que se avecina, hasta que terminemos de inventar una forma de disolver los huracanes, de frenar los terremotos, de taparle la boca a los volcanes y de eliminar las enfermedades. Que esa "fuerza o poder" que la gente llama dios, me ayude a controlar todos estos "otros poderes" que me amenazan sin razón. 

La sin razón, es la base de la "sin culpa", que a su vez es la explicación a "no tengo nada de que "arrepentirme"; yo no he hecho nada contra los huracanes, ni contra los terremotos, ni contra los volcanes, además no entiendo lo que pasa con mi cuerpo que a veces me sirve para hacer lo que se me antoja, pero a veces se revela y la gente dice que eso se llama enfermedad.

De manera que lo que causó el "clamor", dura tanto como dura el huracán o el terremoto o la erupción del volcán o la enfermedad, es perecedero, porque es sin culpa; los dioses usaron su poder para librarlos de todo, y luego la existencia continua dentro de los mismos "parámetros" humanos sociales y religiosos.

Lo imperecedero del arrepentimiento, se fundamenta en conocer quien es Dios y quienes son lo seres humanos. La Santidad y la justicia que forman parte del Carácter del omnipotente y Amoroso Dios Eterno, nos enseñan que su Santidad y Justicia jamás cambian o cambiarán; así como sabemos por su enseñanza que los seres humanos, nacemos con un carácter opuesto a Dios.

Salmo 51: 5
He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre. LBLA.

Cada acto humano social o religioso, es ofensa a la Santidad de Dios y a su Justicia, y esa ofensa ha de ser solucionada ante El, mediante el arrepentimiento, que cuando es genuino clama no, por que la tormenta sea desviada, sino por perdón ante la ofensa cometida, suplicando misericordia, Suplicando, ten piedad de mi Señor.

La cruz es la provisión de Dios el Padre, para que el pecado cometido por herencia sea redimido, junto con los pecados de los que hemos sido autores con honores, hasta cuando la unción del Espíritu Santo nos lleva ante Cristo Jesús Crucificado, para dar por terminado "el pasado de muerte" y dar lugar a un después, en el que la vida, será obra total de Dios en cada creyente, sin que pueda ocurrir que ocasionalmente caigamos en pecado.

Lucas 17: 3/4 ¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca contra ti siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: "Me arrepiento", perdónalo. LBLA.

El perdón solo puede ser concedido, cuando es pedido por el que "sabe" que cometió algo que ofendió a Dios, porque afecto a "otro", o si mismo; si no he cometido falta alguna contra otro o contra mi, no soy culpable, no tengo que pedir perdón, mas bien me ocupo en apreciar lo pecadores que son todos los demás y lo espléndidamente religioso que soy yo.

Lucas 18: 9/1
3 Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. "Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano." Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, ten piedad de mí, pecador." LBLA.    

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