! Sangre !, ...

Hebreos 9: 24/26 24 Porque Cristo no entró en aquel santuario hecho por los hombres, que era solamente una figura del santuario verdadero, sino que entró en el cielo mismo, donde ahora se presenta delante de Dios para rogar en nuestro favor. 25 Y no entró para ofrecerse en sacrificio muchas veces, como hace cada año todo sumo sacerdote, que entra en el santuario para ofrecer sangre ajena. 26 Si ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. DHH.

... ajena al que tiene que ser "sacrificado", sangre postiza, que imita para sustituir con la muerte de animales, la muerte del pecador que soluciona la Justicia del Creador; muerte que por ajena, es falsa, es fingida, por tanto suficiente evidencia del fracaso de los seres humanos que nos señala el Antiguo Testamento, como evidencia de su completa incapacidad para resolver todo lo que le ha dado forma a su manera de existir enmarcado en lo que para Dios es pecado.

Hebreos 9: 11/13 11 Pero ya vino Cristo, el sumo sacerdote de las bendiciones que nos han llegado ahora. Cristo no presta servicio en una carpa como en la que servían aquellos sacerdotes sino en un lugar grandioso y perfecto, no hecho por seres humanos, que no es de este mundo. 12 Cristo entró una sola vez y para siempre al Lugar Santísimo. No ofreció la sangre de chivos ni becerros, sino su propia sangre, y de esa forma nos liberó para siempre del pecado. PDT.

Solo la Santidad es capaz de "redimir el pecado", por lo que llegado el tiempo fue necesario que Cristo Jesús, el Hijo Unigénito de Dios, viniera "al mundo", para abrir el Libro reservado por Dios desde la eternidad, en el que están registrados los nombres de los hijos que Dios antes de la creación del universo incluido este planeta-el mundo-, los que por la Nueva Alianza son identificados como cristianos.

Juan 1: 11/13 11 Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. 12 Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. 13 Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado. DHH. 29 Dios los conocía antes de que el mundo fuera creado. Él decidió que fueran como su Hijo y quería que el Hijo fuera el mayor [a] de muchos hermanos. Romanos 8; 29. PDT.

Los hijos que son cristianos, por ser nueva creación que obra en el Poder de Dios Espíritu Santo, que hace de sus corazones el trono desde el que Cristo Jesús ministra Vida, después de haber muerto con El, con Cristo Jesús, pues por su Sangre Santa, Sagrada, por sus méritos, son "dados por muertos al pecado", efectivamente, liberados por El creador de los "registros de la muerte", por tanto reestablecidos en el Libro de la vida del Cordero eternamente.

Apocalipsis 5: 7/10 El Cordero se acercó al que estaba sentado en el trono, y de su mano derecha tomó el libro. Tan pronto como lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se arrodillaron ante el Cordero. Todos llevaban arpas, y también copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos, y entonaban un cántico nuevo, que decía: «Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado. Con tu sangre redimiste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación, 10 y para nuestro Dios los hiciste reyes y sacerdotes, y reinarán sobre la tierra.» RVC.      

la sociedad y el sistema religioso, de todos los tiempos, acepta según los miles de "cánones", con los que justifican sus prácticas, que hay entidades que reciben el apelativo de dios, diosa y muchos otros, con los que dicen se relacionan, pero en campos completamente aislados del campo en que transcurre la existencia humana; los dioses son de naturaleza sobrenatural y por lo mismo, diferentes por completo de la gente, diferencia, que elimina el pecado como obstáculo de la relación.

Romanos 5: 7/9 Es difícil que alguien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Con mucha más razón, ahora que ya hemos sido justificados en su sangre, seremos salvados del castigo por medio de él. RVC.  23 Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor. Romanos 6: 23. RVC.             

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