El genuino, ...

2 de Reyes 17: 7/12 Esto sucedió porque los Israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de la tierra de Egipto de bajo la mano de Faraón, rey de Egipto, y habían reverenciado a otros dioses; y anduvieron en las costumbres de las naciones que el Señor había arrojado de delante de los Israelitas, y en las costumbres de los reyes de Israel que ellos habían introducido. Los Israelitas secretamente hicieron cosas[a] que no eran rectas contra el Señor su Dios. Además se edificaron lugares altos en todas sus ciudades, desde las torres de atalaya hasta las ciudades fortificadas. 10 Se erigieron pilares sagrados y Aseras (deidades femeninas) sobre toda colina alta y bajo todo árbol frondoso. 11 Quemaron incienso allí en todos los lugares altos, como las naciones que el Señor se había llevado al destierro de delante de ellos; e hicieron cosas malas provocando al Señor. 12 Y sirvieron a ídolos, acerca de los cuales el Señor les había dicho: “Ustedes no harán esto.” NBLH.

... altar, el único lugar santísimo, es el perfecto punto de encuentro entre el Santo Justo y Amoroso Dios, que separa su Deidad de la pecaminosa condición de los seres humanos, protegiéndolos de la destrucción segura ante su presencia, situando el altar entre El y los que se acercan sabiéndose pecadores como consecuencia de conocer a Dios en la plenitud de la Santidad, que es la sublime manifestación de la Justicia en el marco excelso del Amor, dispuestos reverentemente a confesar cada transgresión y cada acción marcada por el odio, convencidos sin reservas sobre que el salario del pecado es la muerte, por lo que se entregan libremente, voluntariamente para cumplir con la perfecta Justicia de Dios, ya no cargando con los corderos que serian degollados y quemados en el altar, esta vez siendo cada uno el que muere, efectivamente junto con Cristo Jesús, El Cordero de Dios.
 
Isaías 17: 7/9  Cuando llegue ese día, el hombre mirará a su Hacedor; sus ojos contemplarán al Santo de Israel. Ya no volverá la mirada a los altares de incienso que hizo con sus manos, ni a los troncos de Asera que hizo con sus dedos.Cuando llegue ese día, sus ciudades amuralladas serán como los frutos que quedan en los renuevos y en las ramas, que se dejaron por causa de los israelitas. Y habrá desolación. RVC. 19 Pues en Cristo quiso residir todo el poder divino, 20 y por medio de él Dios reconcilió a todo el universo ordenándolo hacia él, tanto lo que está en la tierra como lo que está en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que Cristo derramó en la cruz. 21 Ustedes antes eran extranjeros y enemigos de Dios en sus corazones, por las cosas malas que hacían, 22 pero ahora Cristo los ha reconciliado mediante la muerte que sufrió en su existencia terrena. Y lo hizo para tenerlos a ustedes en su presencia, santos, sin mancha y sin culpa.  Colosenses 1: 19/22. DHH. 
 
Llegado el día en que la disposición de corazón, de los que han hecho convicción de pecado sean llevados ante la cruz, por el poder del Espíritu Santo que los ha ungido, que los ha separado de la vida social y religiosa en que existieron, podrán confirmar la Santidad, la Justicia y el Amor, que "escocia" en sus corazones, pues por primera vez y para siempre estarán frene a frente con el esplendor de la verdadera Belleza, que hace de la belleza explicada por los seres humanos, inseguros trazos como de niños pequeños; superada toda la trascendencia y la altura que se erguía en la mente del pecador, será inundado de dolor, "dolor" según Dios, dolor declarado por cada célula, por cada recodo, de la mente inexplorada, que se unen para explotar gimiendo en el silencio de la intimidad con su Creador, !!!perdoname Señor !!!, heme aquí para morir a tu lado.
 
Isaías 53: 1/4 ¿Quién va a creer lo que hemos oído?¿A quién ha revelado el Señor su poder? El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca.
No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado.
 DHH.   23 Cuando lo insultaban, no contestaba con insultos; cuando lo hacían sufrir, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud. 24 Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados. 1 de Pedro 2: 23/24 DHH.
 
Finalmente el Amor de Dios se habrá cumplido en los que por su individual amor por su Padre, aceptan el regalo de la redención que los salva de la muerte, en el sacrificio redentor que la sangre del Unigénito Cristo Jesús, derramo, en "suma" de la sangre que cada ser humano debía derramar por causa de su pecado, muriendo como debía morir cada uno de los seres humanos que pecaron, para ser la "suma" en su muerte de la muerte que cubría a toda la humanidad, "muerte efectiva, muerte real", con la que Cristo Libro de la muerte que es eterna a todos; lo hizo antes de la muerte física, que es la entrada de los que lo rechazan al infierno, mausoleo en que la muerte para la eternidad, o la entrada a su hogar en el cielo para los que lo aceptan, lo reciben y lo hacen el Señor de sus nuevas vidas, que son eternas y que pasaran la eternidad al lado de su Dios y Padre y Señor.       
 
Gálatas 4: 4/7  Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer, sometido a la ley de Moisés, para rescatarnos a los que estábamos bajo esa ley y concedernos gozar de los derechos de hijos de Dios. Y porque ya somos sus hijos, Dios mandó el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones; y el Espíritu clama: «¡Abbá! ¡Padre!» Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero. DHH. 19 Porque por medio de la ley yo he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo he sido crucificado, 20 y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí. Gálatas 2: 19/20. DHH.         

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