Impunidad
1 de Juan 3: 8/9 8El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. 9Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. LBLA.
Que respondería usted, si le preguntaran, que es lo mas grande que atesora, como resultado de tener a Cristo Jesús como Señor y Salvador. Cada hijo de Dios en Cristo Jesús, ha de tener una respuesta a la pregunta.
Quiero compartir lo que fue; lo que es mi respuesta, "sin El, sin Cristo Jesús, no era nada, ni nadie, formaba parte de una masa, reconocida por la sociedad, la ciencia, y la religión, como la especie humana.
Por tanto, no era nadie, nada de lo que hiciera o dejara de hacer, tenia ninguna importancia; a quien le importaba?; solo era uno de la enorme masa, que se movía al unísono, tratando de devorarse unos a otros, siendo esta la fuerza motriz, en que se mueve esa gigantesca masa.
Con esta forma general de pensamiento, lo que había que hacer era, tratar de evitar ser devorado, devorando algo de lo que la masa ofrecía y ofrece. No percibía ninguna forma de responsabilidad, alguna forma de consecuencia por mis acciones, mas allá, de los azotes propinados por la gente y las celdas que encarcelan a los que devoran mucho, o se dejan devorar en exceso.
Sin nada que restringiera lo general de mis acciones, me veía en completa impunidad por lo que hacia, ya fuera "bueno o malo"; de que preocuparse, si al fin y al cabo, no voy a ninguna parte, mas que a la tumba. En estas condiciones era intrascendente, simplemente algún día moriría y todo terminaría.
Pero, cuando ocurrió el milagro del amor de Dios en mi, por la obra del Espíritu Santo, que me llevó ante la Cruz del calvario, comprendí, que había existido solamente, y que esa existencia, tenia responsabilidad, mas alla de los azotes y las celdas; habia causado que Cristo muriera en la cruz por mi culpa.
Eramos El y yo, no la masa de la que forme parte, por su amor y el regalo de su sangre, recibí "una cuenta", personal por mis actos y la certeza de mi incapacidad para pagarla, asi que tube la certeza de ser alguien, de tener identidad y de haber participado con mis actos, en la muerte del Dios hijo.
Supe como persona, que mis actos jamas fueron Impunes ante Dios y que como persona, tenia trascendencia, tenia valor, tenia vida, tanto que a pesar del atroz daño causado y de merecer realmente "morir", El me perdonó y me dio la capacidad para entender que la tumba es únicamente, la puerta por la cual entramos a la eternidad.
Supe que como hijo de Dios, soy persona, y soy responsable por cada un de mis actos, que todo lo que hago y lo que dejo de hacer tiene valor ante Dios, y que debido al enorme valor que tenemos para El, proveyó, en Cristo Jesús, la solución para pasar la eternidad a su lado y no separado de El.
Hebreos 2: 11/14 11Tanto el que *santifica como los que son santificados tienen un mismo origen, por lo cual Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos,12 cuando dice: «Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.»13 En otra parte dice: «Yo confiaré en él.»Y añade: «Aquí me tienen, con los hijos que Dios me ha dado.»14 Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso,[d] él también compartió esa naturaleza humana para anular, mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte —es decir, al diablo—,15 y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida. NVI