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2 de Corintios 10: 4/5 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, RVR60.

...hechos realidad, hechos parte de la "vida" propia, y de la "vida" de los que nos rodean, son frutos de la obediencia, o bien a nuestra mente, o bien a nuestro corazón, así que lo sucedido, lo que muchas veces es inmodificable, es consecuencia de las decisiones que hemos tomado soberanamente, libremente.

Santiago 1: 13/15 Cuando alguien sea tentado, no diga que ha sido tentado por Dios, porque Dios no tienta a nadie, ni tampoco el mal puede tentar a Dios. Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte. RVC.

La atención y obediencia a los centros de operación, que funcionan desde la mente o el corazón, traerán irremediablemente consecuencias, que serán como reguero de pólvora en nuestras relaciones mas cercanas, y aún en las que quizás no pensamos que llegarían a afectarse, siendo la mas grave o la mas benigna, la que ocurra en nuestra relación con Cristo Jesús.

Ezequiel 9: 10 Así que voy a actuar, y no los perdonaré ni les tendré misericordia; al contrario, haré que recaigan sobre ellos las consecuencias de su mala conducta.» RVC.

Es muy oportuno recordar una vez mas que el mas peligroso enemigo que tenemos, somos nosotros mismos, porque nuestro Amoroso Dios y Padre, debido a quien El Es, jamás soslayará-socavará- a ninguna de sus criaturas, menos aún a sus hijos, los que por Amor, serán profundamente respetados en sus decisiones, decisiones en las que los hijos podrían caer en apostasía. 

Lucas 15: 11/16 Para ilustrar mejor esa enseñanza, Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre tenía dos hijos. El hijo menor le dijo al padre: “Quiero la parte de mi herencia ahora, antes de que mueras”. Entonces el padre accedió a dividir sus bienes entre sus dos hijos. »Pocos días después, el hijo menor empacó sus pertenencias y se mudó a una tierra distante, donde derrochó todo su dinero en una vida desenfrenada. Al mismo tiempo que se le acabó el dinero, hubo una gran hambruna en todo el país, y él comenzó a morirse de hambre. Convenció a un agricultor local de que lo contratara, y el hombre lo envió al campo para que diera de comer a sus cerdos. El joven llegó a tener tanta hambre que hasta las algarrobas con las que alimentaba a los cerdos le parecían buenas para comer, pero nadie le dio nada. NTV.

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