Que fue, ...

Galatas 6: 7/8 No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra. Los que viven sólo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna. NTV.

... lo que sembramos durante el 2011 y contaremos con lo único que es necesario para evaluar el año que termina. El símbolo de la semilla que es sembrada, usado por Dios, nos compele a entender, que como agricultores, no podemos esperar recolectar en el campo, algo que no hayamos puesto en la tierra, y cuidado, durante el tiempo requerido para cosechar.

Marcos 4: 29
Cuando el grano está maduro, el hombre lo recoge porque ya es tiempo de cosechar». WBES. Dios y el hombre, en armonía, es decir en comunión, harán posible que la cosecha sea la esperada puesto que, ni la tierra, ni el grano, ni la lluvia, están bajo el control del hombre, sino de Dios, que por amor al hijo que cumple su voluntad, le provee.

Romanos 8: 28
Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. NTV. Es aquí en donde termina todo acerca de normas morales promulgadas por la sociedad y la religión, porque la buena semilla, es puesta por Dios únicamente en las manos de sus hijos, que todo lo hacen dentro de la voluntad de su Padre.

Nadie, podrá argumentar éxito o fracaso con autoridad y responsabilidad, hasta que se convenza, de que lado estuvo durante el año, si del lado de Dios o de su naturaleza humana, caso en el que también quedará al descubierto si somos parte de la familia de Dios, es decir de su iglesia, o de la sociedad y la religión. Dios es perfectamente justo y Santo, por lo que jamás permitirá que el pecador religioso se burle de El.

Lucas 18: 9/14
A unos que a sí mismos se consideraban justos y menospreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: «Dos hombres fueron al templo a orar: uno de ellos era fariseo, y el otro era cobrador de impuestos. Puesto de pie, el fariseo oraba consigo mismo de esta manera: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros. ¡Ni siquiera soy como este cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana, y doy la décima parte de todo lo que gano.” Pero el cobrador de impuestos, desde lejos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un pecador.” Yo les digo que éste volvió a su casa justificado, y no el otro. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.» RVC.

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