Escuchen bien, ...

Mateo 10: 34 »No piensen que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. RVC.

... habitantes de la tierra, así dice El señor, por muchos milenios ustedes le dieron nombre a todo, y decidieron que las relaciones entre vecinos estén gobernadas por lo que ustedes llaman paz. Cuando ustedes se hacen la guerra, lo hacen porque algún ser humano, o país violó alguna de las reglas que ustedes escribieron para definir la paz.

De modo que paz y guerra, son solo las formas en que se entienden los seres humanos, que han llegado a la conclusión de que uno o muchos, han sido ofendidos por otros de su misma naturaleza humana. Hombres hablando consigo mismos de guerra o de paz; 1 de Corintios 3: 3
porque todavía están bajo el control de su naturaleza pecaminosa. Tienen celos unos de otros y se pelean entre sí. ¿Acaso eso no demuestra que los controla su naturaleza pecaminosa? ¿No viven como la gente del mundo? NTV.

Pero las cosas, ahora son diferentes, porque el que habla y define lo que es paz y guerra Soy Yo, y yo no vine a este mundo a traer la paz como ustedes se la inventaron, Yo vine a traer guerra y espada. Habitantes de la tierra, su paz se terminó, porque Yo Cristo Jesús, el Unigénito del Padre, fui enviado del cielo, para que ustedes sepan lo que es estar en guerra, o en paz con Dios.

Romanos 8: 7/8
Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios. NTV. Santiago 4: 4 ¡Oh almas adúlteras (infieles)! ¿No saben ustedes que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. NBLH.

En una temporada parecida a esta en que nos encontramos en estos días, Dios el Padre dispuso, que la llamada paz de los hombres terminara, para que toda la humanidad, como un solo hombre, se vuelva a Dios y se de cuenta que la paz entre los hombres, es como un juego de niños, si nos atrevemos a enfrentar la realidad de lo que somos como pecadores.

La especie humana nace siendo enemiga de Dios, por fuerza de su Santidad, que repudia el pecado, no a sus criaturas, a las que ama como a tesoros de valor "particular" y por las que su amor llegó al extremo de crucificar a su hijo para hacer la paz con los que decidan aceptar la redención en la cruz, por los méritos de la sangre de Cristo Jesús.

Para eso vino el hijo de Dios y nació en un pesebre y se sometió a una familia que cumplía con todas las normas religiosas de la ley de Moises, para probar su inocencia de conducta, es decir su Santidad, para mostrarnos que su vida fue vivida, libre de pecado, por lo que El es el Unico, que pudo justificar ante Dios el pecado de toda la humanidad, muriendo para que esa muerte cubriera a cada criatura que pase sobre la tierra, nacida de la mano de Dios.

El Evangelio que es la presentación que hace Dios El Padre a la humanidad, del estilo de vida en que vivió su hijo Cristo Jesús, Empieza con la navidad, continua con su vida en crecimiento, la pasión, muerte y resurrección, como el proceso en que se llevó a efecto el Plan de Salvación de Dios. Ese Plan tiene como base fundamental acabar para siempre, eternamente con la guerra en que cayeron los que siendo hijos, pecaron.

Y así fue, la guerra entre la humanidad y su Dios y Creador y Señor y Salvador terminó en la cruz del Calvario, que es el milagro que le da fuerza de gratitud impronunciable, porque siempre las palabras sonarán insípidas para expresar la gratitud, de los que en Cristo Jesús, son hechos hijos de Dios y vivos eternamente.

Navidad, oh glorioso y eterno acontecimiento, en el que remembramos, como el Dios que nació, mas tarde murió por causa de nuestros pecados, devolviendonos la aceptación de Dios El Padre, por lo que nuestro regocijo supera lo que las simples palabras pueden expresar, se trata mas bien, del testimonio que nuestro corazón pleno de la presencia de Cristo, es levantado al cielo por la unción del Espíritu Santo.

Lucas 1: 32/35
Un hijo que será grande, será Hijo del Altísimo. Dios, el Señor, le entregará el trono de su antepasado David, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin. María replicó al ángel:— Yo no tengo relaciones conyugales con nadie; ¿cómo, pues, podrá sucederme esto? El ángel le contestó: — El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Dios Altísimo te envolverá. Por eso, el niño que ha de nacer será santo, será Hijo de Dios. BLPH-ES.

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