Cuando Dios, ...
Mateo 14: 22/23 Después de esto, Jesús ordenó a los discípulos : «Suban a la barca y vayan a la otra orilla del lago. Yo me quedaré aquí para despedir a la gente, y los alcanzaré más tarde.» Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció. TLAD.
... Nos dice hay que ir al otro lado, es el tiempo en que se desata la tormenta, que contiene varios ingredientes, capaces de asustar, de hacer dudar y hasta la posibilidad de morir. Los "ingredientes", manejados por la oposición a Dios, son usados para hacer de los miembros de la familia, se hagan parte de esa oposición.
Se levantan grandes y amenazadoras olas, que podrían hacernos razonar sobre el abandono de Cristo Jesús, que se "quedó y nos dejó solos" expuestos al peligro", que no estaríamos soportando, si nos hubiéramos quedado en donde estábamos. Todo esta ahí, ruidos, voces, truenos, relámpagos, y claro un fantasma que se acerca a la barca caminado sobre el agua.
Mateo 14: 24/26 Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza. Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: —¡Un fantasma! ¡Un fantasma! TLAD.
Este es el mejor tiempo para las tinieblas y sus cómplices, que amplían en nuestros oídos el argumento que dice: "esto esta ocurriendo por obedecer a tu Señor"; nada de esto que esta sucediendo, habría ocurrido si en cambio de obedecer, le hubieras presentado una excusa, que te permitiera seguir disfrutando de la "seguridad que tenias antes de escuchar su voz".
Mateo 14: 27 Enseguida Jesús les dijo: —¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo! TLAD.
Obedecer en plena certeza de estar obedeciendo a Dios, debe ser suficiente para hacer nuestro el costo que esto conlleva, aquel costo que deja en segundo plano cualquiera de las estrategias de los opositores del Plan de Amor en el que Dios nos da participación, sin que tenga importancia cual sea el ingrediente, ya sea familiar, laboral, religioso o sobrenatural incluido el de las "apariciones fantasmagóricas".
Mateo 14: 28/30 —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! NVI.
No puede haber confusión entre la Voz y la Persona que me mandó ir al otro lado del lago, con la Voz y la Persona que veo y escucho en medio de la tormenta, la duda humana, acerca del poder del Creador, puede llevarnos hasta a la muerte, porque la duda desfigura la verdad de quien es Dios y cuales son sus atributos. La duda siempre reta irreverentemente a Dios, dejándonos a merced de nuestros razonamientos, puramente humanos.
Mateo 14: 31/36 En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret. Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos, suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos. NVI.
... Nos dice hay que ir al otro lado, es el tiempo en que se desata la tormenta, que contiene varios ingredientes, capaces de asustar, de hacer dudar y hasta la posibilidad de morir. Los "ingredientes", manejados por la oposición a Dios, son usados para hacer de los miembros de la familia, se hagan parte de esa oposición.
Se levantan grandes y amenazadoras olas, que podrían hacernos razonar sobre el abandono de Cristo Jesús, que se "quedó y nos dejó solos" expuestos al peligro", que no estaríamos soportando, si nos hubiéramos quedado en donde estábamos. Todo esta ahí, ruidos, voces, truenos, relámpagos, y claro un fantasma que se acerca a la barca caminado sobre el agua.
Mateo 14: 24/26 Mientras tanto, la barca ya se había alejado bastante de la orilla; navegaba contra el viento y las olas la golpeaban con mucha fuerza. Todavía estaba oscuro cuando Jesús se acercó a la barca. Iba caminando sobre el agua. Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron. Llenos de miedo, gritaron: —¡Un fantasma! ¡Un fantasma! TLAD.
Este es el mejor tiempo para las tinieblas y sus cómplices, que amplían en nuestros oídos el argumento que dice: "esto esta ocurriendo por obedecer a tu Señor"; nada de esto que esta sucediendo, habría ocurrido si en cambio de obedecer, le hubieras presentado una excusa, que te permitiera seguir disfrutando de la "seguridad que tenias antes de escuchar su voz".
Mateo 14: 27 Enseguida Jesús les dijo: —¡Cálmense! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo! TLAD.
Obedecer en plena certeza de estar obedeciendo a Dios, debe ser suficiente para hacer nuestro el costo que esto conlleva, aquel costo que deja en segundo plano cualquiera de las estrategias de los opositores del Plan de Amor en el que Dios nos da participación, sin que tenga importancia cual sea el ingrediente, ya sea familiar, laboral, religioso o sobrenatural incluido el de las "apariciones fantasmagóricas".
Mateo 14: 28/30 —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame! NVI.
No puede haber confusión entre la Voz y la Persona que me mandó ir al otro lado del lago, con la Voz y la Persona que veo y escucho en medio de la tormenta, la duda humana, acerca del poder del Creador, puede llevarnos hasta a la muerte, porque la duda desfigura la verdad de quien es Dios y cuales son sus atributos. La duda siempre reta irreverentemente a Dios, dejándonos a merced de nuestros razonamientos, puramente humanos.
Mateo 14: 31/36 En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret. Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos, suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos. NVI.